Bia, como es conocida, ya tenía un hijo de 11 años, llamado Matheus,
otro de 1 año y 10 meses, Daniel, y, ahora, es mamá también de la
pequeña Louise, con seis meses de vida. Ella cuenta que siempre quiso
ser mamá desde chica y cuando Daniel tenía solo siete meses supo que
estaba embarazada por tercera vez. Después del susto inicial, tuvo la
certeza de que ahora su pequeñita estaba en camino. “Junto con Louise,
Dios me mandó fuerza para lo que vendría”, cuenta en un
video en Internet.
El cáncer gestacional fue identificado cuando Daniel tenía apenas
nueve meses y dejó de mamar repentinamente. “Me quedé preocupada, me
palpé el seno para ver si había leche empedrada y sentí una bolita”,
dijo. Al día siguiente se hizo una ecografía del seno y más tarde una
biopsia que confirmó la enfermedad.
El médico de Bia al saber el diagnóstico y el tiempo de gestación,
sugirió el aborto para evitar problemas futuros. Eso porque el tipo de
tumor era hormonal y se agravaría durante el embarazo, ya que durante la
gestación el cuerpo de la mujer produce muchas más hormonas. “Si no
estuviera embarazada, no lo habría descubierto a tiempo y para cuando lo
hubiera hecho, ya sería metástasis”, dijo Bia.
Ana Beatriz Frecceiro Schmidt (Arquivo Pessoal)
Historial
La reacción de Bia frente a la sugerencia de su médico fue rechazar
el aborto. “Yo creo en la vida y en el amor. Jamás la sacrificaría para
salvarme”, cuenta. “Yo no tenía derecho alguno de hacer eso. O vivíamos
juntas o moríamos juntas. Yo luché por las dos y sobrevivimos”,
concluye.
Bia cuenta que su abuela materna tuvo cáncer a los 36 años y falleció
víctima de la enfermedad a los 39. Por su historial, a los 20 años,
cuando se embarazó de Matheus, empezó a hacerse mamografías con
regularidad. En 2014, aún preocupada, pidió hacerse un mapa genético
para ver si tenía posibilidades de un cáncer futuro, pero no fue
atendida por su médico. “Si hubiera hecho ese examen entonces habría
sabido antes de la posibilidad del cáncer de mama y también de ovario”,
dice.
Sin
embargo, hoy, ella considera que todo puede haber sido por providencia
divina. “En esa época yo me habría quitado los pechos, pero también los
ovarios. Si hubiera sido así, no habría tenido dos hijos más”, explica.
Tratamiento
Como estuvo en desacuerdo con su antiguo médico, buscó otro y conoció
a alguien que la apoyó en su decisión. El 15 de agosto de 2017 Bia se
hizo una mastectomía, pero a causa del embarazo el post operatorio fue
un periodo difícil. Ella no podía tomar antibióticos ni
antiinflamatorios. “Me quité completamente el pecho, los músculos,
nervios y vacié la axila. No tomé medicamentos fuertes, pero estaba
consciente de ello”, cuenta.
Las sesiones de quimioterapia fueron sorprendentes porque no le
dieron nauseas comunes a las personas en esa situación. Ella cuenta que
le dieron solo más fuerza. “Yo sabía que luchaba por nosotras dos y que
necesitaba estar bien para que la quimioterapia no afectara a mi bebé”,
dice. Afirma que el apoyo en ese periodo de tratamiento vino
principalmente de la fe. Cristiana, cada vez que se sentía débil, era en
la oración que buscaba fuerzas. “Tengo gran fe en Dios y se que mi vida
y la de la Louise tienen un propósito”, reflexiona.
Hoy Louise tiene seis meses de vida y una salud impecable. Bia tiene
32 años y está curada del cáncer. El mes pasado el pelo, que se había
caído durante el tratamiento, volvió a crecer. La última sesión de
quimioterapia fue realizada el mes pasado y ahora empezó la
hormonoterapia para impedir que su cuerpo produzca hormonas que puedan
desencadenar en una nueva enfermedad. “Yo tuve cáncer, pero él nunca me
tuvo a mí”, celebra.
Por Sempre Família