El “pecado” de Siria es pretender ser una nación independiente, pretender disfrutar de sus propios recursos, pretender desarrollar una política propia, pretender defender su soberanía con uñas y dientes.
El “pecado” de Siria es no contar con un Banco Central en su territorio bajo control de la familia Rothschild, no tener deudas con el Fondo Monetario Internacional, el atreverse a prohibir el cultivo y la importación de alimentos transgénicos, el disponer de grandes reservas de hidrocarburos, el oponerse al sionismo criminal y al apartheid israelí, el ser la última nación laica de Oriente Medio…
Son “pecados” que sabemos que el imperialismo no le perdonara. “Pecados” que EE.UU. y la OTAN no están dispuestos a tolerar.
Pero pese a quien le pese, ni todos los mercenarios y terroristas creados, armados y financiados por los de siempre ni todos los bombardeos de los que ya bombardearon antes otras tantas naciones soberanas ni todos los intentos de desestabilización exterior ni todos los burdos intentos de derrocar un gobierno legítimo y de reducir a Siria a cenizas ni la rapiña de los buitres que quieren saquear una nación digna, podrán con la fortaleza de acero y la voluntad de hierro de los sirios de defender su pueblo, su país y su proceso.
Siria seguirá alzando con orgullo las banderas del panarabismo y del socialismo árabe, con más firmeza y convicción a cada paso.
La determinación siria lleva cuatro años resistiendo al invasor y lo seguirá haciendo hasta las últimas consecuencias. Como dijo el presidente Bashar Al Assad:
“Más de siete mil años de Historia y nuestra Patria no se ha arrodillado ante ningún imperio. Menos ahora”.