Esta
fecha conocida como el bautizo de sangre de la clase obrera ecuatoriana
da cuenta de una gran huelga obrera que culminó con la masacre por
parte del ejército de más de mil personas cuyos cuerpos fueron botados a
la ría de Guayaquil, este episodio va a ser novelado por el escritor
Joaquín Gallegos Lara en el libro "Cruces Sobre el Agua", el
acontecimiento adquiere una enorme significación en la vida política y
social del país, significación que pretende ser olvidada.
La
visión del evolucionismo reformista pretende negar esto sobrevalorando
el rol de los artesanos, que, sin duda, juegan un papel importante, pero
no el decisivo. Una mirada un poco más aguda nos muestra la
conformación de un bloque obrero y popular.
El
inicio de las jornadas de noviembre, tuvo su comienzo en octubre con
la presentación de un pliego de peticiones de los trabajadores
ferroviarios ante la empresa norteamericana que operaba los
ferrocarriles, es decir, el conflicto comienza en el área capitalista de
la formación social, en la ciudad en donde este tipo de desarrollo era
el más avanzado. La lucha es combativa y triunfa, entre otras cosas,
porque concita un gran apoyo popular, donde juegan un papel destacado
las mujeres, los jóvenes y los niños. Las organizaciones obreras,
populares y gremiales se suman solidariamente a la huelga y ven en la
acción de los ferroviarios un acicate para sus propias luchas.
¿Hacia
dónde se extiende el conflicto? Hacia los trabajadores de la empresa
eléctrica y de carros urbanos, los gasfiteros. Los ferroviarios
retribuyen el apoyo que se les ha brindado, los tipógrafos, trabajadores
del astillero, es decir la totalidad de la clase obrera del puerto.
Dirige la organización de las luchas la F.T.R.E. (Federación de
Trabajadores Regional Ecuatoriana), organización obrera con una gran
influencia anarquista. No podemos dejar de señalar el papel destacado
que jugaron los anarquistas en los hechos, la conciencia clasista y la
orientación política inicial que tuvo la huelga.
Es,
entonces, la clase obrera la que se constituye en el eje social de la
movilización dotándola de sus perfiles característicos: unidad,
organización, solidaridad, conciencia de clase, etc. Se conforman
guardias obreras, el Comité de la Huelga General, “el Soviet en
Guayaquil, ejercido por obreros", asume el control de la ciudad, es
decir, huelga general y el surgimiento claro de un poder obrero
alternativo.
El
G.A.T. (Gran Asamblea de Trabajadores) dirige la huelga y cuando ésta
se extiende y termina por paralizar toda la ciudad, toma las decisiones
fundamentales de la vida de la misma, incluso el Gobernador de Guayaquil
solicita autorización para transitar en automóvil por las calles de
la ciudad; se determina qué sectores y a qué horas podían tener luz
eléctrica, etc.
Si
se analiza el programa de la huelga, el eje lo constituyen las
reivindicaciones obreras: alza de salarios, respeto a la jornada de ocho
horas, reingreso de los despedidos, lo que se amplía después a una
lucha más general contra el hambre y la miseria, contra el conjunto de
los capitalistas y el gobierno.
Lo
relevante, lo histórico, lo que puede estar preñado de futuro, es el
surgimiento en la lucha y al calor de ella de un poder autónomo de los
trabajadores, unido a formas democráticas avanzadas en su organización.
Merece un estudio más profundo el proceso de toma de conciencia y
organización democrática que asumió la estructuración del movimiento de
los trabajadores alrededor de las jornadas del 15 de Noviembre.
Que
un sector de la burguesía, la importadora, haya utilizado la huelga en
favor de sus intereses y el movimiento obrero popular se haya dejado
atrapar en esta alianza indica, por
cierto,
debilidades de dirección y en su nivel de conciencia, ya que se
desplazó la lucha desde reivindicaciones obreras y populares a intereses
de una fracción burguesa que se presentaron como conquistas generales
de la sociedad.
Esto
puede explicarse, más o menos de la siguiente forma: cuando se
constituye la Gran Asamblea de Trabajadores, su núcleo de dirección y
las organizaciones que adhieren a él son los destacamentos más
organizados y conscientes, pero el proceso de extensión y expansión de
la huelga, hace que se vayan integrando otros sectores menos conscientes
y más indiferenciados y esto sobrepasa a la dirección de la huelga.
Una
enorme masa que despierta a los anhelos de justicia social, pero que
carece de niveles más elevados de comprensión de la situación hace que
la dirigencia inicial sea desplazada, y las organizaciones más
conscientes diluyan su fuerza en el conjunto. Ese desplazamiento deja el
campo libre para que las ideas más o menos extrañas de los abogados
representantes de los importadores encontraran un terreno propicio.
La
crisis económica de la época, por la caída de los precios del cacao, es
lo que está en el trasfondo del estallido y hace que éste se generalice
rápidamente por la ciudad y asuma caracteres de una alta combatividad.
Casi
todos los historiadores coinciden en que una de las causas del fracaso
del movimiento obedece en lo esencial, a que queda reducido a Guayaquil,
donde es fácilmente cercado, aislado y derrotado, pero este factor
tiene que ver con la débil integración nacional. Aquí vemos operar, en
este caso, el desarrollo desigual como una limitante de las luchas
obreras, y ésta no es tanto una limitación política como estructural. El
movimiento indígena se encontraba en otros procesos y no tenía mayores
puntos de contacto con el movimiento de los trabajadores de la ciudad de
Guayaquil.
Reconocer
esto es bastante diferente a su utilización ideológica para restar
importancia a la potencialidad de la lucha obrera y popular que marcó
profundamente la historia del país en las siguientes décadas.
Ahora,
a pesar de la derrota y el período de reflujo consiguiente en que queda
el movimiento de los trabajadores, el cual se manifiesta en la
desorganización y dispersión, tanto de su dirección como de las
organizaciones pilares, los hechos van a tener sus repercusiones y van a
causar una trizadura en la dominación del poder oligárquico. En efecto,
los gobiernos de estabilidad plutocrática tienen los días contados.
La
llamada Revolución Juliana, del 9 de julio de 1925, será una
consecuencia directa de las luchas del 15 de noviembre, constituyéndose
en una respuesta reformista a la crisis que se mantenía. Si el 15 de
noviembre fue la respuesta de la clase obrera a la súper-explotación del
capital, el 25 de julio se constituirá en la respuesta reformista
burguesa a la crisis estructural y política en que se debatía el país.
La fundación del Partido Socialista en 1926 y la expedición más tarde,
en 1938, del Código del Trabajo pueden ser consideradas también como
consecuencias de esta jornada de lucha obrera popular.
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