Por Jorge López Orozco y Liana Vega
Vivía en Chile desde niño. Era bailarín y cantante de freestyle, estudiaba en el Inacap y tenía una hija de tres años. Sus amigos dicen que el 20 de octubre salió a maniifestar en La Serena por ella: quería que habitara un país mejor. Una bala disparada por un militar interrumpió su vida, cuando faltaba una hora para el toque de queda. Su familia espera justicia.
A las seis de la tarde del día domingo 20 de octubre, la marcha convocada por organizaciones sociales de La Serena se convirtió en un caos de gritos, balas e impotencia. Era la tercera jornada de movilizaciones sociales en Chile, y niños, adultos y ancianos veían con espanto cómo dos personas yacían en el suelo, heridas por disparos de militares.
Romario Veloz Cortez, de nacionalidad ecuatoriana pero residente en el país desde los nueve años, sacó la peor parte. Una bala le quitó la vida, a pesar de los intentos de otros manifestantes por darle primeros auxilios. De todo esto quedó registro en varios videos captados por testigos, que dieron sus testimonios para este artículo.
Romario, de 26 años, había asistido con sus amigos a la manifestación cuando faltaban dos horas para el toque de queda. Estudiante de primer año de Construcción Civil en el Inacap de La Serena, padre de una niña de tres años, además de bailarín y cantante de freestyle, era muy conocido en esta ciudad y en Antofagasta, lugar donde reside parte de su familia. Ese domingo, desde la manifestación, conversó con Mery, su madre, por una videollamada.
Fue la última vez que ella vio a su hijo con vida.
La marcha se inició en la Avenida Francisco de Aguirre. Cientos de personas bajaron hacia la ruta 5 y enfilaron hacia el mall Plaza La Serena. Ulises (19), quien grabó uno de los videos viralizados por Internet, cuenta que todo era pacífico hasta ese momento. Sin embargo, aunque el toque de queda era a las 20 horas, el mall ya contaba con presencia militar.
—Todo era tranquilo hasta que en la bencinera Petrobras de la Panamericana, un pequeño grupo quiso atracar la tienda, cuestión que todos nosotros, la misma gente que iba en la protesta, se encargó de detener volviendo todo a la calma—dice Gabriela Godoy, otra manifestante que estaba en el lugar.
Minutos después la situación cambió dramáticamente.
—Comenzaron a apuntar, siendo que sólo íbamos caminando —asegura Ulises.
En las imágenes es posible ver esos tensos minutos.
Los asistentes, que estaban a 200 metros de los soldados, comenzaron a insultarlos.
—No teníamos piedras ni nada, sólo gritos, cuando ellos empezaron a disparar al aire sin advertencia previa —recuerda Ulises.
La balacera habría durado cerca de tres minutos, calculan los testigos.
El primero en caer fue un hombre llamado Rolando Robledo, herido en el abdomen, que estuvo hasta ayer con riesgo vital en el Hospital de La Serena. Según los testigos consultados, los manifestantes se escondieron detrás de las palmeras que están en los jardines colindantes a la carretera Panamericana. El teléfono de Ulises grabó todo esto, mientras Carabineros comenzaba a lanzar gases lacrimógenos. Fue en esos segundos cuando un proyectil balístico habría perforado el cuerpo del ecuatoriano Romario Veloz.
Kamal Chaibun, de 28 años, estaba a pocos metros de donde yacía Romario. A la marcha había ido acompañado por su pareja, hija, hermanos y madre. Cuando comenzaron los disparos, salió corriendo con su pequeña para protegerla cerca del terminal de buses.
—Me devolví por mi mamá que estaba atendiendo a Romario, que tenía un impacto en el cuello. Más allá estaba Rolando, que estaba herido tras una palmera. Las balas no pararon. En ese momento la gente enloqueció y se fue en contra de los militares, tiraron piedras. Uno no piensa que esto va a pasar, estaban mi sobrina e hija expuestas. Nos podría haber tocado a nosotros. Estábamos ahí.
Las otras familias se refugiaron y corrieron calle arriba. Ulises asegura que la gente trató de defender a Romario, que estaba viviendo sus últimos minutos de vida, rodeándolo y lanzando piedras a los militares. Otro manifestante, Alejandro -no es su verdadero nombre-, grabó lo sucedido y lo transmitió en vivo vía Facebook.
—Después la tele justificaba que lo mataron por andar robando, pero eso nunca pudo haber sido, porque el loco murió antes de que se metieran a saquear a París —asegura.
Carlos Soto, un neurólogo que iba en la marcha, también intentó auxiliar a Romario. En un reportaje del canal 24 Horas, contó que tuvieron que atenderlo agachados, mientras los disparos pasaban por sobre sus cabezas.
—Emanaba mucha sangre, seguramente la bala lo atravesó. Estuvimos reanimándolo de 7 a 10 minutos. Me dio miedo la situación, fue muy triste —dijo el profesional.
Poco después, los manifestantes subieron el cuerpo de Romario a la camioneta de un civil, y lo llevaron al Hospital San Juan de Dios de La Serena, donde falleció oficialmente a las 19:02, una hora antes de que comenzara el toque de queda. El certificado de defunción indica: “Herida por arma de fuego cervicotorácica con salida de proyectil”.
Al día siguiente, el lunes 21, el general de Ejército y jefe de las FFAA en La Serena y Coquimbo, Jorge Morales, declaraba a diversos medios ataviado con una boina verde oliva: “Son hechos circunstanciales en enfrentamientos con grupos violentistas, eso hay que dejarlo en claro. Nadie quiere que se muera nadie”. Sin embargo, pocas horas antes de sus declaraciones, otra persona ya había sido asesinada en Coquimbo por balas militares: su nombre era Kevin Morgado, y el militar acusado de su muerte actualmente se encuentra detenido.
El resultado de la autopsia del Servicio Médico Legal fue entregada a sus familiares. Pero su tía Kelly Cortez –la portavoz de la familia– confiesa que aún no tiene el valor de leerla. El SML tampoco la ha revelado públicamente: “No podemos dar esa información. Los informes periciales son de exclusividad de la fiscalía que lleva la causa”, explican.
En tanto, el fiscal regional de Coquimbo, Adrián Vega, a cargo de la investigación —junto al fiscal adjunto Germán Calquín—, dio una declaración a la prensa difícil de interpretar:
“Se están revisando las circunstancias de una eventual agresión ilegítima que provocase, quizá, un eximente o, quizás, una responsabilidad atenuada de las personas y, efectivamente, la imputación misma de qué disparo pudo haber provocado una lamentable muerte de un ciudadano”.
***
—Era el regalón de la familia, el que siempre prendía la fiesta. Era hip hopero y andaba con su grupo para todos lados, bailando, cantando. Así era conocido en Antofagasta y La Serena —cuenta su tía Kelly.
Romario Veloz llegó a Chile en 2003 junto a un hermano menor, cuando su madre, Mery, se casó con un chileno. Antofagasta fue el sitio que reemplazó a su Quito natal. Debido a que su padre chileno trabaja en la minera Escondida, la familia se compró una segunda casa en La Serena. Romario viajaba entre ambas ciudades, hasta que en 2019 entró a estudiar al Inacap.
Ariel Bravo, un amigo con quien solía hacer música, lo recuerda:
—Era un hombre que lo daba todo por su hija. Trabajaba en la construcción o en la calle, hacía de todo para que no le faltara nada a ella. Para mí, era un hermano. Siempre me levantaba el ánimo, era un hombre fuerte. No me lo deberían haber quitado.
Ese amor por su hija fue lo que lo llevó a protestar por mejoras sociales, asegura Ariel. Cuenta que hablaron justo antes de la marcha, y le dijo que se cuidara, porque la situación estaba difícil. No tuvo más contacto con él, hasta que llegó a su velorio.
El domingo 20, cuando Romario llamó a su madre por videollamada, estaba protestando con mucha gente y con sus amigos. La historia la cuenta su tía Kelly.
—Recuerda que hay toque de queda más rato —le habría dicho su madre. Él le respondió que no se preocupara, que se iría pronto.
Pocas horas después, ella lloró devastada al ver, a través de redes sociales, el video que grabó Ulises. En las imágenes reconoció las zapatillas rojas de su hijo. Comenzó a gritar.
—Aún no sabemos quién fue, pero no queremos que quede impune. Hay fotos y videos del hecho. Hace poco le contaron a su hija pero es chiquitita y aún no asimila bien la situación. Ella viajaba con él a Serena, era la luz de sus ojos —cuenta su tía.
Romario Veloz Cortez fue enterrado el 23 de octubre en Antofagasta. Los traslados fueron pagados por el Consulado de Ecuador. En ese país, la Asamblea Nacional, órgano que ejerce el poder legislativo, rindió un minuto de silencio en su honor.
*La lista de muertos durante las manifestaciones sociales y disturbios no ha parado de crecer con el paso de los días y las noches de toque de queda. Cuerpos encontrados en edificios en llamas o baleados en las protestas en distintos puntos del país, en circunstancias poco claras, son parte de la realidad chilena. De ellos, sólo cuatro de los fallecidos hasta ahora han sido reconocidos por el gobierno como víctimas de balas militares. Esta serie de perfiles, elaborados por un grupo de periodistas independientes y alumnos de la Universidad Alberto Hurtado, organizados a partir del Estado de Emergencia, pretenden dejar registro de quiénes eran las personas que perdieron su vida en estos días de esperanza y violencia, y en qué circunstancias ésta les fue arrebatada. El equipo es coordinado por Gabriela García B. Edición de textos: Gabriela García y Nicolás Alonso.
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