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jueves, 5 de octubre de 2017

Mensaje de Rafael Correa a los jóvenes del mundo

Discurso de Rafael Correa, Presidente de la República de Ecuador, en la inauguración del 18 Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes.

Queremos compartir con los lectores de este blog, especialmente los más jóvenes,  las palabras de Rafael Correa en la inauguración del 18 Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes. Correa es uno de los presidentes latinoamericanos de nuestro tiempo más preclaro, revolucionario y antiimperialista. Entrañable amigo de Cuba. Leer estas palabras es muy emocionante, pero haber tenido la oportunidad de escucharlo directamente bajo un torrencial aguacero lo fue aún más)

Bueno, un abrazo solidario, fraterno a todas y a todos, y ¡que vivan los jóvenes del mundo entero!  ¡Que vivan los jóvenes de nuestra patria, la patria grande y del planeta!

El clima no nos ha acompañado, pero el calor humano, la alegría vencerán cualquier adversidad climática.

Les damos un abrazo fraterno a esta tierra de la mitad del mundo, donde el sol cae verticalmente.

¡Bienvenidos al país megadiverso más compacto del planeta, donde creemos en la juventud, en los recambios generacionales, en todas las formas de equidad:  la equidad etaria, la equidad étnica, la equidad de género, la equidad regional, por supuesto, la equidad económica, donde incluso trabajamos día a día, revolucionariamente por la justicia, por la paz, por combatir los imperios y tal vez al imperio más eficaz que jamás haya existido, que no se expresa en botas, en misiles, en balas, se expresa en dólares, es el imperio del capital!

Jóvenes, esta es su casa.  Creemos en la libre movilidad de los seres humanos; creemos en la ciudadanía universal.  Somos un país que ha eliminado las visas de ingresos.  ¡Todos son bienvenidos a esta que también es su patria!  ¡Aquí los recibimos con los brazos abiertos, la sonrisa amplia y la frente en alto!

Coincidentemente, el último Festival Mundial de la Juventud y de los Estudiantes fue en esa querida Sudáfrica, patria de ese extraordinario, inmenso ser humano Nelson Mandela, que nos acaba de dejar físicamente, pero su legado es imperecedero.  Nelson nos decía:  Si yo tuviera el tiempo en mis manos, haría lo mismo otra vez.  Esa es la verdadera felicidad, haber sido coherente con nuestros principios, haber vivido consistentemente con nuestras ideas; de nacer nuevamente, hacer exactamente lo mismo.

Nos enseñó el gran Nelson que a los que buscamos la justicia y la paz, nos debe mover el amor, jamás el odio.

Muchos consideran la paz solamente como ausencia de guerra.  En el siglo XXI la paz es sobre todo presencia, queridos jóvenes, presencia de justicia, presencia de desarrollo.  Paz sin justicia es sencillamente pacificación.  La insultante opulencia de unos pocos en América Latina al lado de la más intolerable pobreza, son también balas cotidianas en contra de la dignidad humana.

Hoy todos rendimos tributo al inmenso Nelson Mandela.  ¡Qué bueno!  Pero, ¡prohibido olvidar!  Jóvenes, a mirar el futuro sin olvidar y aprendiendo el pasado.  Tan solo hasta el año 2008 Nelson Mandela todavía contaba en la lista de terroristas de Estados Unidos.  Veintisiete años preso por supuestamente romper la paz en Sudáfrica; la paz, la paz de los sepulcros probablemente, la paz oprimiendo a las inmensas mayorías por tener diferente color de piel.

Prohibido olvidar cómo los verdaderos buscadores de la paz, la paz verdadera, la que se sustenta en la justicia han sido acusados incluso de terroristas.  No podrá haber paz sin justicia.

La superación de la pobreza, queridos jóvenes, es el mayor imperativo moral que tiene el planeta, ya que por primera vez en la historia de la humanidad la pobreza no es fruto de escasez de recursos o de factores naturales, de las grandes hambrunas, como en la Edad Media, sino que es fruto de sistemas injustos, excluyentes.

Gandhi decía:  La pobreza es la peor forma de violencia y luchar contra esa pobreza significa procesos políticos.  Esto no se va a remediar con caridad, con buen corazón, con benefactores, sino con cambios de estructuras, con cambio en la relación de poder.  Todo está en función del más poderoso, todo está en función del gran capital.

Estos sistemas perversos, un mercado a ultranza, el neoliberalismo, no son determinismos históricos, no son leyes naturales, son estructuras impuestas por las relaciones de poder en función de los poderes dominantes; en consecuencia, se trata de una lucha política, cambiar estos sistemas perversos, lograr la justicia y así vencer la pobreza, queridos jóvenes (Aplausos).

Y para aquellos que como no tienen de qué más acusar a gobiernos revolucionarios progresistas que buscan, a través de procesos políticos, legítimos, cambiar esa injusta relación de poderes, como no tienen de qué más acusarnos, nos acusan de romper la libertad.  Nos quieren robar conceptos tan sublimes como el de libertad a todo gobierno progresista en América Latina, Venezuela, Ecuador, Bolivia, Nicaragua, Cuba, Argentina.  No pueden dudar de nuestra honradez, no pueden dudar de nuestra autenticidad, no pueden dudar de nuestros compromisos y se meten con conceptos intangibles, sublimes, compartidos por todos, como el de libertad.

¡Que entiendan bien: no puede haber libertad sin justicia!  No solo aquello, en regiones tan desiguales como nuestra América Latina, solo buscando la justicia lograremos la verdadera libertad (Exclamaciones).

Queridos jóvenes, me gusta mucho encontrarme con los jóvenes y en cada encuentro siempre comienzo con esta pregunta: ¿Quién es más joven, ustedes o yo?  Para algunos chicos de 16, 18, 20, 25 años, les parecerá un absurdo esta pregunta, ya que soy ya cincuentón; pero, queridos jóvenes, la juventud no es solamente una edad cronológica, es un estado del alma.  Serán jóvenes mientras luchen por la justicia, mientras tiemblen, como lo hacía el Che, contra cualquier injusticia a cualquier ser humano, mientras no toleren lo intolerable, no acepten lo inaceptable, mientras no se dejen domesticar, mientras se preparen a conciencia con responsabilidad no a ocupar un puestito en la sociedad, sino a transformar una sociedad nacional latinoamericana, planetaria, que todavía es tremendamente injusta.

Alguna vez, a un querido jesuita, cuando tenía su edad, 20, 22 años, le pregunté: ¿Qué consejo me puede dar para la vida?  Y como un viejo sabio, me dijo automáticamente: Ver claro, sentir hondo y obrar recio.  ¡Ver claro!  Atentos, queridos jóvenes, hay muchos peligros, nos quieren confundir, nos quieren desinformar, nos quieren manipular.  ¡Atentos!, que hay muchos que hablan nuestro mismo lenguaje y con ellos quieren manipular a la juventud.

Nuestros mayores opositores para estos procesos progresistas en América Latina no es la derecha que ha colapsado, es una supuesta izquierda radical, que en verdad es una izquierda boba, infantil, la mejor cómplice de la derecha, la izquierda del todo o nada, y con eso es la más funcional al statu quo.
 Y hablan de cosas que les encantan a los jóvenes y que, por supuesto, compartimos, como el ecologismo; pero no ese ecologismo infantil de no utilizar nuestros recursos, de dejar que nuestra gente se muera de hambre sentada en minas de oro.  Imagínense ustedes el proceso venezolano, la Revolución Bolivariana sin petróleo.  Imagínense ustedes el proceso boliviano, liderado por ese extraordinario compañero, Evo Morales, sin minería.  ¡Basta de tanto infantilismo!  A rechazar eso que raya en la insensatez, en la irresponsabilidad, que no resiste el menor análisis y muchas veces se habla desde la izquierda.

El imperativo moral de nuestro tiempo es vencer la pobreza.  Sacrificar a los pueblos en el altar de los contaminadores mundiales es simplemente irresponsable.

Nos hablan de derechos humanos, pero de sus derechos.  Y aquí en América Latina tenemos una Comisión Interamericana de Derechos Humanos, aunque no lo crean nuestros hermanos de otros lares, nada más y nada menos que con sede en Washington; comisión que se sustentan en la Convención Interamericana de Derechos Humanos o el Pacto de San José, y Estados Unidos no ha ratificado el Pacto de San José.  Hagan las vueltas que hagan, eso solo tiene un nombre: ¡Neocolonialismo!  (Exclamaciones)  Y Ecuador, esta América Latina, ya no van a aceptar más neocolonialismo.

Las dobles morales son impresionantes.  Hace unos días 15 organizaciones que no representan a nadie fueron recibidas en Washington para acusar al gobierno del Ecuador —tenemos más acusaciones que la dictadura de Pinochet, imagínense—; pero no dicen nada de ese bloqueo criminal a Cuba, el mayor atentado a los derechos humanos, que destroza la Carta Interamericana (Exclamaciones).

¿Para qué sirve la OEA si sostiene la hipocresía de callar ante ese colonialismo descarado en pleno siglo XXI, como es las Malvinas, propiedad, entre comillas, de una metrópoli a más de 11 000 kilómetros de distancia?  (Exclamaciones) Las Malvinas no solo son argentinas, son latinoamericanas, queridos jóvenes (Exclamaciones).

Nos hablan de libertad de expresión, pero de su libertad de expresión, representada en una CNN defensora del sistema del capital.  ¡Que nadie se engañe, queridos jóvenes!  La información como mercancía, el sistema capitalista de información, ese derecho generado por negocios privados con fines de lucro, no es libertad de expresión, no es libertad de prensa, tan solo es libertad de empresa.

Desde que se inventó la imprenta, la tan cacareada libertad de prensa no es otra cosa que el capricho, la voluntad del dueño de la imprenta.  ¡A no dejarnos engañar con conceptos que todos compartimos, que suenan muy bonitos pero que en la práctica han sido secuestrados por los grupos de poder!

A todo eso y sobre todo eso discutir en este encuentro.  Ver claro para no dejarnos engañar, confundir.  Sentir hondo, actuar con amor, no por odio; con compromiso, con solidaridad, como dice el lema de este encuentro, como nos lo enseñó el Che, como nos lo enseñó el gran Nelson Mandela, pero como también nos lo enseñaron el gran Néstor Kirchner y el entrañable Hugo Chávez Frías.  Y obrar recio, eso que se le olvidó a la izquierda muchas veces, no solo querer, hay que saber el camino, hay que actuar con eficiencia, con eficacia, con contundencia.

¡A prepararnos, queridos jóvenes!  El voluntarismo incompetente ha hecho más daño en América Latina que la mala fe.

¡A buscar la cultura de la excelencia, a crear talento humano para sacar adelante a nuestros países, la patria grande, el planeta entero!

Tenía mucho que decirles, lastimosamente el clima no nos ha acompañado.  Quería de todos modos aprovechar este encuentro para que discutan, para que sean reproductores de este mensaje; para que extiendan este mensaje a través del mundo entero: la lucha de un país pequeño, pero inmenso en dignidad, en soberanía contra los abusos, la corrupción de una trasnacional como Chevron, transnacional que destruyó nuestra selva amazónica, perdió un juicio legítimo y hoy ha desastado una campaña a nivel mundial para desprestigiar al país. Escogieron el peor país que pudieron buscar, porque aquí encontrarán dignidad, soberanía y, sobre todo, el arma más letal que se haya inventado en la historia de la humanidad para enfrentar tanto abuso, tantos millones, tanta deshonestidad, tanta mala fe, esa arma se llama la verdad.

Ojalá puedan visitar nuestra selva amazónica y meter las manos en las piscinas contaminas de Chevron. Veinte años después de que Texaco y Chevron dejó el país, todavía sacarán la mano negra de brea, negra de petróleo: ¡Esa es la mano sucia de Chevron!

Queridos jóvenes: ¡A luchar por un mundo más justo!  ¡A luchar por un mundo sin imperios, y, sobre todo, a luchar contra el imperio más nefasto que haya enfrentado la humanidad, el imperio del capital!

¡Todo está en función del capital!  Ese es para mí el más importante desafío de la izquierda moderna, de la humanidad entera: la supremacía del ser humano sobre el capital, la supremacía de las sociedades sobre el mercado.

No podemos caer en el error del socialismo tradicional: negar el mercado.  El mercado existe, pero una cosa es sociedades con mercado y otra cosa es sociedades de mercado, donde la propia sociedad y las personas se convierten en una mercancía más.

¡A luchar por la supremacía de los seres humanos sobre el capital!

¡A luchar por la supremacía de las sociedades sobre el mercado!

¡A luchar por el cambio en las relaciones de poder, para que este mundo sea dominado por las ciudadanas y ciudadanos del planeta!

¡A luchar por una globalización con rostro humano que busque una sociedad planetaria, no tan solo un mercado mundial!  ¡Que busque ciudadanos del mundo no tan solo consumidores globales!  ¡A luchar por un mundo más justo!  Lamentablemente el orden mundial actual, no solo es injusto, es inmoral.

Los dobles estándares cunden por doquier, y como decía Trasímaco, hace más de 2 000 años en los diálogos de Platón, la justicia es tan solo la conveniencia del más fuerte.

Sabemos que este injusto orden mundial no lo podemos cambiar desde un país pequeño como Ecuador, ese es uno de los grandes errores de la izquierda boba, de la izquierda infantil.  Sería suicida, como dice ese gran pensador Álvaro García Lineras, vicepresidente boliviano, que países como Bolivia, como Ecuador queramos cambiar la división internacional del trabajo.  ¡Pero ustedes, jóvenes del mundo, unidos pueden cambiar ese orden mundial!  ¡Prepárense a tomar pronto el poder político y dejar para el presente y el futuro, para los hijos de nuestros hijos, un mundo más humano, un mundo más justo, un mundo más solidario, un mundo socialista!

¡Bienvenidas y bienvenidos a esta tierra que también es su tierra!

¡Que vivan los jóvenes del mundo!  (Exclamaciones de: “¡Viva!”)

¡Que viva el socialismo!  (Exclamaciones de: “¡Viva!”)

¡Que viva el Planeta, la humanidad, un mundo de los seres humanos!  (Exclamaciones de: “¡Viva!”)

Los esperamos, atendemos, recibimos con los brazos abiertos.  

Que sea muy provechoso este decimoctavo encuentro mundial de jóvenes y estudiantes, y como decía ese gran latinoamericano Ernesto Che Guevara:  ¡Hasta la victoria siempre!  (Ovación.)




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