“Quien siembra vientos, cosecha
tempestades”
Es un refrán que advierte que todas nuestras acciones en la vida generan consecuencias. En este sentido, “sembrar vientos y cosechar tempestades” hace referencia a la idea de los resultados negativos que producen acciones mal encaminadas.
“Sembrar”, tal como es utilizado
en este dicho, vendría a ser una metáfora agrícola: lo que sembramos no retoña
sino hasta mucho después, y solamente si lo hemos cultivado con esmero y
cuidado.
“Cosechar”, por su parte, se referiría a aquello que obtenemos al momento de recoger los frutos de lo que hemos sembrado. La cosecha es representativa de nuestro trabajo de siembra: si la cosecha es buena, es porque hemos hecho un buen cultivo.
Podemos sembrar con nuestras acciones. Buenas acciones siembran amistad, cariño y solidaridad. Malas acciones, en cambio, solo traen enemistad, odio y desprecio.
Quien siembra trigo, cosecha pan.
Quien siembra amor, cosecha amistad.
Quién siembra alegría, cosecha felicidad.
Quién siembra verdad, cosecha confianza.
Quien siembra fe, cosecha certeza.
Quien siembra cariño, cosecha gratitud.No obstante, hay quien prefiere sembrar tristeza y cosechar amargura.
Plantar discordia, y cosechar soledad.
Plantar ira, y cosechar enemistades.
Plantar injusticia, y cosechar abandono.
Somos sembradores conscientes, repartimos diariamente millones de semillas a nuestro alrededor.
Si sembramos las correctas tendremos motivos suficientes para agradecer.
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