¿Los bancos centrales están preparados para otra recesión mundial?
Los banqueros centrales tienen un mantra favorito: repara el techo mientras el sol está brillando.
Sin
embargo, diez años después de que la Reserva Federal trabajó junto con
el Banco Central Europeo y el Banco de Japón con el fin de rescatar a la
economía mundial del abismo, su capacidad para evitar la próxima
recesión es limitada.
Mientras
la economía mundial muestra señales de contracción, cada vez es menos
hipotética la pregunta de si los bancos centrales del mundo están
preparados para combatir otra crisis.
Las probabilidades de que Estados
Unidos entre en una recesión el próximo año han aumentado a medida que
la manufactura se debilita y la incertidumbre comercial sigue su curso.
En Alemania, la tasa de desempleo ha aumentado y la producción
industrial se ha desacelerado. En Japón, la débil producción en las
fábricas y el declive de las exportaciones incrementan su
vulnerabilidad.
La
política monetaria también está a la baja en cuanto a la credibilidad.
Los principales bancos centrales no han logrado llegar a sus metas de
inflación del dos por ciento durante esta expansión, lo cual ha elevado
el riesgo de que los precios caigan de manera peligrosa en la próxima
recesión.
Además, aunque las promesas de tasas de interés más bajas
durante más tiempo han sido una importante fuente de estímulo en años
recientes, esas garantíass podrían perder parte de su fuerza en un mundo
en el que los inversionistas ya esperan tasas bajas todo el tiempo.
Estas
limitaciones son especialmente preocupantes en una época en la que los
gobiernos muestran poco interés por trabajar juntos para contrarrestar
una desaceleración mundial masiva. Estados Unidos y Europa están en
medio de una disputa comercial ocasionada por la decisión del presidente
estadounidense, Donald Trump, de imponer aranceles al acero y al
aluminio y por su amenaza de gravar los autos alemanes y de otros países
europeos. Trump ha criticado al Banco Central Europeo por haber tomado
medidas para proteger la economía de la eurozona y lo acusó de intentar
debilitar el euro para poner en desventaja a Estados Unidos.
Los
funcionarios de los bancos centrales insisten en que están preparados
para actuar con agresividad si estalla otra recesión. El Banco Central
Europeo está preparado para estimular a la eurozona, y la Reserva
Federal está dando señales de que pronto podría reducir las tasas de
interés para tratar de adelantarse a los riesgos crecientes en Estados
Unidos.
No
obstante, economistas de todo el mundo aseguran que los bancos
centrales ya no podrán actuar como los únicos salvadores la próxima vez
que haya una recesión.
Esa realidad está en conflicto con las
restricciones políticas en Estados Unidos y Europa, donde los
legisladores podrían no tener la capacidad o no estar dispuestos a
desplegar con rapidez los paquetes de estímulos.
“La
política fiscal debe tener un papel mucho más activo, y aún no está
equipada para hacerlo”, comentó el mes pasado Olivier Blanchard, quien
fue economista jefe del Fondo Monetario Internacional, FMI, durante un
foro de la banca central celebrado en Sintra, Portugal, para referirse
en específico a Europa.
En
lo que respecta a las políticas monetarias, “resulta claro que no hay
capacidad suficiente para responder siquiera a una recesión común y
corriente”, señaló Blanchard.
Christine
Lagarde, quien ha sido nominada para suceder a Mario Draghi en la
dirección del Banco Central Europeo y actualmente dirige el FMI, ha
advertido que es probable que los bancos centrales sean la principal
línea de defensa a causa de las limitaciones fiscales.
“La
elevada deuda pública y las bajas tasas de interés han dejado a muchos
países con un espacio político limitado para maniobrar”, explicó Lagarde
en junio en una publicación de blog.
Agregó que, en caso de una recesión, las naciones van a necesitar usar
sus herramientas económicas en conjunto, con “un alivio monetario
decisivo y estímulos fiscales donde sea posible”.
El
crecimiento económico mundial se ha restablecido con lentitud después
de una recesión profunda, y apenas a inicios de 2018 comenzó una
expansión internacional coordinada. Sin embargo, en meses recientes, el
progreso ha mostrado grietas, con el desplome de los flujos comerciales y
la caída de los índices de manufactura desde Asia hasta Europa.
En
Estados Unidos, la Reserva Federal está considerando actuar más pronto
que tarde mientras decide si hay justificación para una reducción de las
tasas. Investigaciones recientes sugieren que actuar rápido y con
decisión podría ser la mejor defensa del banco central.
Aunque
en comparación la Reserva Federal está en mejor estado porque ha
elevado los niveles mínimos que tenían sus tasas —están entre 2,25 y 2,5
por ciento—, esto la deja tan solo con la mitad de la capacidad para
reducir los costos de los préstamos que tenían los encargados de
formular las políticas en 2007. De hecho, el presidente de la Reserva
Federal, Jerome Powell, ha comenzado una revisión de un año tan solo
para ver cuáles son sus opciones.
“Tener
bajas tasas de interés en verdad reduce las herramientas existentes de
los bancos centrales”, comentó Powell el mes pasado.
Los
funcionarios de la Reserva Federal aseguran que están preparados para
revivir los programas de compra de bonos a gran escala a fin de reanimar
la actividad económica cuando llegue la siguiente recesión. El banco
central también está contemplando nuevas estrategias para políticas que
podrían mantener las tasas a la baja durante un periodo más largo
después de una recesión. Investigaciones recientes indican que ese tipo de políticas habrían tenido beneficios si se hubieran aplicado después de la recesión de 2008.
Japón
es un ejemplo de que la sola disposición a actuar no garantiza el
éxito. Haruhiko Kuroda, el gobernador del Banco de Japón, ha quitado
todos los frenos para reforzar la economía del país, al reducir las
tasas hasta llevarlas a territorio negativo, así como al comprar deuda
gubernamental y acciones en un intento por respaldar los mercados y
avivar la confianza. El gobierno ha ayudado, al gastar sin reparos para
estimular la demanda.
A
pesar de todo ese esfuerzo, la inflación permanece estancada por debajo
del objetivo de Japón, lo cual son malas noticias pues aumenta el
riesgo de una deflación total si se debilita el crecimiento.
En
este momento no queda clara la capacidad de Kuroda para hacer frente a
una recesión profunda, de acuerdo con Makoto Hara, autor de un libro
recién publicado sobre el banco central de Japón.
“Esas políticas tabú se han vuelto normales”, señaló. “Las han mantenido hasta volverse indiferentes ante ellas”.
Los
líderes de los bancos centrales advierten con mayor frecuencia que su
capacidad de acción será limitada sin la ayuda de las autoridades
fiscales.
“La
política monetaria seguirá haciendo su trabajo sin importar lo que
suceda con la capacidad fiscal”, comentó Draghi, apenas unos días
después de que los líderes europeos fallaron en su intento por
establecer un mecanismo para proporcionar estímulo de manera conjunta
cuando fuera necesario. Sin embargo, la ayuda de los gobiernos “haría el
mismo trabajo más rápido y con menores efectos secundarios”.
El
mes pasado, Powell hizo eco de esa opinión. “No es bueno que la
política monetaria sea la principal arma, y mucho menos que sea la
única”, mencionó.
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